Era un domingo del año 2000, hacia mucho calor ese día.
En la playa había mucha gente y se encontraban dos chicos Mario y Diego, de 10 años, que dejaron de jugar para ir a caminar. De pronto Mario vio una piedra en la arena y llamó al compañero Diego y la postró al suelo sobre arena, entonces Diego agarró con la mano la piedra y la puso sobre la mano de su compañero.
Observaban como era la piedra y vieron una nota la letra era chica y blanca. La puso en sus de dedos y elevó la mano para ver mejor con la luz, decía: toca con un alrededor de la piedra sé ira al futuro.
A los dos chicos les sorprendió esa nota. Se preguntaron que hacemos ahora, se miraron y Diego afirmó.
Diego:- ¡Esta piedra nos lleva al pasado!!!
Mario:- Yo creo que nos llevaría de paseo al pasado.
Diego:- Solo hay que hacer una sola cosa. ¡¡Tocar la piedra!!
Los niños no se ponían de acuerdo sí tocaban o no la piedra.
Por fin decidieron tocarla, Diego la agarró teniendo de la mano a su compañero, entonces con su mano derecha agarraba la piedra y con otra mano pusieron el dedo alrededor de la piedra. Al minuto hubo un silencio tal que no se oía nadie y después, vino un fuerte viento como huracanado y se fueron al pasado.
Volvieron al mismo lugar y se cayeron en la arena, se miraron entre sí con los ojos bien abiertos y un grito aterrador como sí hubieran visto a un fantasma se oyó. Después de un rato lago se miraron otra vez.
Por fin hablaron, entonces Diego dijo:
Diego:- ¿Qué pasó, dónde estamos?
Mario:- Yo recuerdo un viento que nos llevó a los dos u caímos aquí sobre la arena.
Diego:- ¡Entonces era verdad lo de la piedra!
Mario:- Sí es verdad que la piedra nos llevaba al pasado, muy bien. ¿Dónde está la piedra?
Diego:- ¡Aquí está, en mi mano!
Los dos pibes estaban tranquilos, pero de repente sintieron un frío de la gran siete y cuando miraron tenían los pantalones cortos.
Los dos estaban como helados de frío, corrieron como sí fuera un cohete y cuando salieron de la arena encontraron un camino, había un árbol y muchos autos. Por fin encontraron una casa. En una soga había colgada ropa. Entonces se les ocurrió sacarla para cambiarse. Por suerte nadie los vio.
Salieron rapidisímo de la casa, a Mario le pareció que ese casa era igual a la suya. (Lo sorprendió). Vio la tabla de madera y la puerta de madera, el césped con las mismas flores y junto a la puerta de entrada había un diario.
Diego le dijo a Mario: - Viste, hay un diario.
Mario:- ¡Ah!, Lo veo, voy buscarlo.
Mario abrió a puertita de entrada y caminó despacio sin ruido, ya estaba cerca del diario, se agachó, tomó con la mano el diario y de pronto apareció una señora joven. Cuando la vio se asustó, corrió cómo una liebre con su amigo.
Ceca ahí, se sentaron en el cordón de la vereda y Diego dijo:
Diego:- ¿Viste quién ea?
Mario:- mi mamá.
Diego:- No puede ser ella, dame el diario.
Diego abrió el diario, miró y era el año 1990 y dijo a Mario.
Diego:- ¡Estamos en el año 1990!
Los dos se sorprendieron, se miraron con los ojos abierto como un huevo duro.
Mario:- ¡¡¡Nosotros estamos en el año en el que nacimos!!!
Diego metió la mano en su bolsillo y sacó la piedra, diciendo.
Diego:- ¿Para que nos trajo a esta época la piedra?
- Yo no sé, dijo Mario.
De pronto Diego miró hacía a la casa y salió una señora con dos cochecitos.
Diego:- Mira Mario allí vas tú mamá con dos cochecitos.
Mario levantó la cabeza, la miró y dijo:
Mario:- Sí, es verdad, qué raro, vamos a ver a donde van.
Los dos muchachos la empezaron a perseguir y a una cuadra había una casa hermosa, el frente tenia laja la puerta era la madera. La señora pasó frente a la casa, tocó la puerta y al minuto cuando abrieron la puerta salió un señora joven bien vestida, que la invito a pasar.
Desde la otra cuadra los dos chicos miraron esta escena.
Los dos se miraron otra vez sorprendida.
Mario:- ¡Qué raro todo esto Diego! Mi mamá tenía dos hijos, me pregunto quién era ese otro chico.
Diego:- No sé Mario, quién es, mira ahí viene un viejo, vamos a preguntarle.
Mario:- Señor, señor, le hago una pregunta. ¿Esa señora que entró a la casa con dos bebés, quién era?
Abuelo:- Esa mujer se llama Julia de Janso.
-¿ Esto no puede ser cierto? Dijo Mario.
Diego:- ¿para qué fue a esa casa con dos bebés?
Abuelo:- No son bebés, dijo el anciano, son gemelos como ustedes dos y fue a esa casa porque esa gente va a quedarse con uno de ellos.
Cada palabra que escuchaban los sorprendían cada vez más.
- ¿ Y cómo se llaman?, Los dos le preguntaron el anciano.
Abuelo:- Uno Diego y el otro Mario. Esta señora no les puede dar de comer a los dos por su situación económica.
Se miraron los dos nuevamente cara a cara, cada vez más sorprendidos y con un susto bárbaro.
Diego le dijo al anciano: - ¡Gracias por todo!
Los dos niños se fueron caminando con la cabeza gacha, se sentaron en el cordón de la vereda y hubo un silencio entre dos.
Mario:- ¡Ahora sí entiendo! Para qué nos trago la piedra a este lugar y en este tiempo.
Los dos chicos se miraron y se abrazaron muy fuerte, no ya como amigos, sino como hermano.
Estuvieron un bien rato sentado ahí y cuando de repente se pararon para irse Mario ve a su madre que salía llorando de esa casa y con el cochecito que tenía ahora un sol bebé.
Lo dos chicos estaban un poco tristes, y un poco alegre, habían descubierto la verdad y decidieron guardar el secreto.
Regresaron a la playa y tocaron la piedra para volver el año 2000.
Cuando tenían 20 años los padres les contaron a los dos jóvenes la verdad, pero lo que no sabían era que los chicos sabían su verdadera historia desde aquel día en la playa.
FIN
Año 2000
2 comentarios:
querido dany.me he emocionado al leer tus cuentos.Tenemos la misma edad y atiendo tu salud desde hace años.sos un capo. estoy orgulloso de vos. segui adelante y habra mas publicaciones.has superado tu problema da salud y le ganaste la pulseada. No todos pueden cumplir sus sueños y vos lo lograste. felicitaciones. Un abrazo.
Daniel
Hola Dani, gracias por la recomendación del cuento. Habría venido antes, pero últimamente estoy bastante ocupada.
Me ha gustado mucho la historia: cómo los dos pasan de ser amigos a ser hermanos. Es bonito =)
Seguiré leyendo algunos de tus cuentos...
Un abrazo!
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